Comentario de "La Nochebuena de 1836", de Mariano José de Larra

  Mariano José de Larra nació en Madrid en 1809 y murió en 1837. Se suicidó con un disparo en la sien. Fue un periodista, crítico satírico y literario y escritor costumbrista. Publicó en prensa más de doscientos artículos, impulsando así el desarrollo del género ensayístico. Junto con Espronceda, es la más alta cota del Romanticismo literario español. Se exilió a Francia cuando tenía cuatro años, por lo que tuvo una educación afrancesada. Larra vuelve a España con dieciséis años y publica sus artículos en un folleto mensual El duende satírico del día, con el seudónimo El duende. Aún así su firma más conocida es Fígaro. Después publicó su revista satírica El Probecito Hablador, donde escribió bajo el seudónimo de Juan Pérez de Munguía. En 1832 publica otra revista personal llamada El pobre hablador, y subtitulada como Revista satírica de costumbres.

   La Nochebuena de 1836 tiene como subtítulo Yo y mi criado. Delirio filosófico, en el que vemos censura social ya que se antepone a su criado, y también hay que decir que se trata de un delirio literario. En este articulo autobiográfico Larra muestra pesimismo y habla del desastre que es su vida, tanto por su fracaso matrimonial como por los problemas políticos en los que se encontraba España. Critica a la sociedad de imprenta a causa de la censura porque no puede escribir todo lo que él quiere y también critica a los funcionarios, por pura envidia.

  Además critica y animaliza a su criado asturiano, ya que a los emigrantes los trataban con desprecio, viendo de esta manera una especie de clasismo y lo lejos que se encuentra de reflejar igualdad en esa época. Sin embargo, en este caso, hay humor negro en su literatura, bromea y hace chistes pero se puede ver aún así su amargura.

   El artículo termina con la contestación del criado a todas las barbaridades que ha dicho Larra de él.Se trata del preludio de su suicidio. Un mes después se pega un tiro, pues había desengaño vital y también en la política. Larra quería llevar esta verdad a los periódicos, sin embargo firma con su seudónimo Fígaro, para así poder decir todo lo que el propio Mariano José de Larra no se atrevería.

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